Uno de los contenidos que trabajamos en
educación es el arte y la cultura, teniendo que conseguir la máxima
participación de las personas. Esto hay que hacerlo sin agobiar a los demás
porque si no, lo que vamos a conseguir es que la gente no lo siga haciendo.
El humor tiene que acercarse a la
cuestión del arte y la cultura para poder hacer un buen trabajo y conseguir la
máxima participación sin agobiar a la gente.
A la gente le puede resultar muy cómodo
ser usuario, pero esto no es la cuestión de ciudadanía tal y como se plantea.
Debo realizar el ser usuario porque es el encargo que debo trabajar con
ciudadanía y eso no es fácil.
En primero lugar tenemos que procurar
crear un contacto, pero lo que permite la participación social ex que haya
distancia, que no existan vínculos y no
se produzca un exceso de contacto. ¿Por qué hay esa mirada negativa sobre la
vida en la calle? A los niños hay que sacarlos de la calle, las mujeres por la
noche no tienen que estar en la calle… Esto son negativas que se tienen sobre
la calle y precisamente lo importante de la calle es que la calle es pública y
permite hacer uso de este espacio de una forma divertida y con un mínimo de
contacto.
La vida pública se caracteriza por la
independencia con respecto a la familia, la pareja. Lo que genera esa vida
pública es que la gente viva en la calle y con un cierto contacto y lo público
con un cierto punto de confianza. Un exceso de contacto no es bueno, pero
tampoco es bueno un exceso de retirada. Este equilibrio es muy complicado.
Otra idea importante dentro de la
participación es la de vida cotidiana. Hay que favorecer la vida cotidiana sin
más pretensiones. Es necesario que se de en toda su uniformidad.
Es más fácil hacer actividad para
justificar pero para trabajar educativamente no hay que tener planeadas unas
actividades concretas.
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